Abril de 2023
Hay muchos eventos que se llevarán a cabo en las próximas semanas que se centrarán en el don de la Eucaristía. Muchos se unirán a la Iglesia como nuevos católicos en la Vigilia Pascual en nuestras parroquias, recibiendo la Eucaristía con nosotros por primera vez. Durante la temporada de Pascua, muchos niños harán su Primera Comunión. El 3 de junio, católicos de toda nuestra diócesis se reunirán en Odessa para el Congreso Eucarístico Diocesano. El fin de semana del 10 al 11 de junio celebraremos la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo. Eventos como estos nos presentan muchas oportunidades informales con familiares y amigos para hablar sobre la Sagrada Eucaristía. En esas conversaciones, cuando buscamos articular nuestra creencia católica en la Eucaristía, es importante familiarizarse con algunos de los conceptos básicos.
Eucaristía
La palabra “Eucaristía” proviene de la palabra griega eucharistia, que significa “acción de gracias.” En la Última Cena, cuando Jesús tomó el pan y la copa de vino, dio gracias por ellos antes de declarar que eran su Cuerpo y su Sangre (véase Mt 26:27; Mc 14:23; Lc 22:19). La palabra “Eucaristía” se usa para referirse a la acción ritual y sacramental de acción de gracias a Dios que constituye la principal celebración litúrgica en la Iglesia Católica. En la Misa, alabamos y damos gracias a Dios Padre por su acción salvadora a través de Jesucristo. También usamos la palabra “Eucaristía” para referirnos a los elementos consagrados que se han convertido en el Cuerpo y la Sangre de Cristo en el sacrificio de la Misa.
Transubstanciación
Una de las doctrinas católicas más importantes con respecto a la Eucaristía es la transubstanciación. Esta es una enseñanza central del catolicismo. Creemos que la Eucaristía no es sólo un símbolo de Jesucristo, y no es simplemente una acción conmemorativa en recuerdo de él. En la consagración de la Eucaristía, el pan y el vino se transforman realmente en el Cuerpo y la Sangre, el alma y la divinidad de Jesucristo. Cristo está real, verdadera y sustancialmente presente en la Eucaristía.
La palabra que usamos para describir el cambio que ocurre es “transubstanciación.” Es un cambio de sustancia. Las especies sagradas siguen teniendo las propiedades observables del pan y el vino (sabor, tacto, olor, tamaño, forma), pero su sustancia, su verdadera identidad, se transforma en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Este cambio sustancial ocurre en la consagración en la Misa, y continúa mientras permanece la apariencia del pan y el vino.
Presencia real
Cristo está presente de muchas maneras en nuestro mundo, pero la presencia de Cristo en la Eucaristía es único. Es una presencia sustancial en la que Jesucristo — Dios y hombre — se hace total y enteramente presente. Comúnmente nos referimos a esto como la Presencia Real. Cuando recibimos la Sagrada Comunión, no estamos recibiendo simplemente una “hostia.” Estamos recibiendo al mismo Jesucristo, el eterno Hijo de Dios. La Presencia Real de Jesucristo en la Eucaristía ha sido una enseñanza católica constante, desde la época del mismo Jesús hasta nuestros días.
Epíclesis
En la Plegaria Eucarística de la Misa, hay una breve pero importante oración llamada Epíclesis. En ese momento, el sacerdote reza: “Que este mismo Espíritu santifique estas ofrendas, para que se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, nuestro Señor” (Misal Romano, Plegaria Eucarística IV). Esta oración expresa el hecho de que es por la acción divina del Espíritu Santo que Dios cambia el pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo.
Concomitancia
Esta es una palabra importante que muchos católicos nunca han escuchado. La doctrina católica oficial de la concomitancia enseña que cuando recibimos la Comunión solo bajo la forma de la hostia consagrada, o solo bajo la forma de la Preciosa Sangre en el cáliz, recibimos el Cuerpo y la Sangre, el alma y la divinidad de Nuestro Señor y Salvador, Jesucristo. Por lo tanto, si uno recibe la Comunión bajo una especie, nada falta en esa recepción. Santo Tomás de Aquino enseña que “Cristo entero está presente bajo ambas especies” (Summa Theologiae, III, q. 80, a. 12, ad 3).
El Catecismo de la Iglesia Católica afirma: “Puesto que Cristo está sacramentalmente presente bajo cada una de las especies, la comunión bajo la sola especie de pan ya hace que se reciba todo el fruto de gracia propio de la Eucaristía. Por razones pastorales, esta manera de comulgar se ha establecido legítimamente como la más habitual en el rito latino. Sin embargo, ‘la comunión tiene una expresión más plena por razón del signo cuando se hace bajo las dos especies, ya que en esa forma es donde más perfectamente se manifiesta el signo del banquete eucarístico.’ Esta es la forma habitual de comulgar en los ritos orientales” (CIC, núm. 1390).
Por una variedad de razones, una persona puede recibir la Comunión bajo una sola especie. Por ejemplo, algunos no pueden recibir la hostia debido a reacciones alérgicas al gluten del pan de trigo. Algunos no pueden recibir la Sangre de Cristo debido a su reacción al alcohol. A veces, debido a diversas enfermedades contagiosas, no hemos puesto a disposición la Preciosa Sangre en nuestras iglesias. Sin embargo, por la doctrina de la concomitancia, sabemos que, bajo cada especie sola, Cristo está verdaderamente presente y recibimos toda la gracia eucarística.
Base bíblica para la enseñanza eucarística
Los pasajes bíblicos clave que brindan un testimonio bíblico de nuestra fe en la Eucaristía son los siguientes:
Juan 6:32-35, 48-59
En el Discurso del Pan de Vida de Juan 6, Jesús dice: “Si no comen la carne del Hijo del Hombre y no beben su sangre, no tienen vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre vive de vida eterna” (Jn 6:53). Inmediatamente después de este discurso, muchos de sus discípulos encontraron dura y chocante su enseñanza, por lo que ya no lo siguieron (Jn 6:60- 66). Si hubiera tenido la intención de que su lenguaje fuera meramente simbólico, tuvo la oportunidad en ese momento de decir: “Esperen, vuelvan, solo estaba hablando metafóricamente,” pero no lo hizo.
Mateo 26:26-28
En la Última Cena con sus discípulos, “Jesús tomó pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: ‘Tomen y coman; esto es mi cuerpo. Después tomó una copa, dio gracias y se la pasó diciendo: Beban todos de ella, esto es mi sangre, sangre da la Alianza, que es derramada por muchos, para el perdón de sus pecados’”. (Marcos y Lucas también tienen pasajes paralelos en Lucas 22:17-20 y Marcos 14:22-24). Creemos que Jesús quiso decir lo que dijo en la Última Cena. No dijo: “Este es un símbolo de mi cuerpo,” o “Este es un símbolo de mi sangre.”
1 Corintios 10:14-17, 11:23-29
San Pablo escribe a la primera comunidad cristiana de Corinto sobre la celebración de la Eucaristía. Él dice: “La copa de bendición que bendecimos, ¿no es una participación en la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es una participación en el cuerpo de Cristo?” A través de estas preguntas retóricas, San Pablo enfatiza el hecho de que participamos del Cuerpo y la Sangre de Cristo cuando celebramos la Misa.
Fuentes patrísticas
Los antiguos autores cristianos, también conocidos como escritores patrísticos, fueron muy claros en sus enseñanzas sobre la realidad de la Eucaristía. Por ejemplo, San Ignacio de Antioquía escribió en el año 110 d. C.: “Los herejes se abstienen de la Eucaristía y de la oración, porque no confiesan que la Eucaristía es la Carne de nuestro Salvador Jesucristo” (Epístola a los de Esmirna, capítulo 7).
San Justino Mártir escribió en el año 150 d.C.: “… no como pan común ni como bebida común los recibimos, sino…como se nos ha enseñado, el alimento que se ha convertido en la Eucaristía por la oración eucarística establecida por él, y de cuyo cambio se nutre nuestra sangre y nuestra carne, es a la vez Carne y Sangre de aquel Jesús encarnado” (Primera Apología, 66). Hay muchos otros ejemplos similares en los escritos de varios autores patrísticos.
Así, vemos claramente en la Biblia y en los escritores patrísticos que la comprensión cristiana antigua y original de lo que sucede en las oraciones eucarísticas es que los elementos del pan y el vino se convierten verdaderamente en el Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo.
Buscando una fe más profunda
Un misterio tan profundo como la Presencia Real de Cristo en la Eucaristía no siempre es fácil de captar. Cuando tenemos dudas sobre la realidad de la Eucaristía, o alguna verdad de nuestra fe, es bueno orar a Dios como el padre del niño con epilepsia en Marcos 9:24, “Señor, creo, ayúdame en mi incredulidad.”
El don de la Sagrada Eucaristía está en el centro de ser un cristiano católico. Es un tesoro precioso. Nunca debemos darlo por sentado.