La Diócesis de San Ángelo fue una de las primeras en ordenar diáconos después de que el Concilio Vaticano Segundo restableciera el diaconado permanente. La primera ordenación de diáconos permanentes en la Diócesis de San Ángelo fue realizada por el Obispo Stephen A. Leven en agosto de 1976. Planeo ordenar nuestra clase de formación actual en 2026. Pronto comenzaremos a realizar sesiones informativas para aquellos que puedan ser llamados a formar la próxima clase, cuya ordenación diaconal se llevaría a cabo en 2029.
A medida que nuestros diáconos actuales derraman sus vidas en servicio generoso, siempre debemos estar planificando por las necesidades de las generaciones futuras de la iglesia en el oeste de Texas. Hay muchas parroquias, misiones, y áreas enteras de nuestra diócesis que no tienen diáconos. Esta es una oportunidad para lograr un buen progreso para llenar esos vacíos en el ministerio de la iglesia.
A lo largo de los años que he servido como sacerdote y obispo, he visto de primera mano el tremendo bien que hacen los diáconos. Mi propio padre era diácono permanente, y he trabajado junto a diáconos maravillosos en todos los lugares donde he sido asignado en el ministerio.
Mientras los diáconos son a menudo héroes anónimos en nuestras comunidades, tienen un lugar vital en la vida de la Iglesia Católica. La primera persona que murió como mártir por ser seguidor de Jesucristo fue el diácono San Esteban en el siglo primero. Algunos otros santos diáconos canonizados fueron San Felipe, San Lorenzo, San Efrén, y San Vicente. Una de las figuras religiosas más veneradas de la historia, San Francisco de Asís, probablemente era diácono.
Nuestros diáconos tocan la vida de miles de personas. Ayudan a ganar almas para Cristo. Edifican la comunidad de la iglesia. Hacen una tremenda diferencia positiva y estoy muy agradecido por su ministerio.
Los diáconos funcionan en una variedad de ministerios. Ayudan a equipar a los miembros de la iglesia para el servicio a los pobres, los enfermos, los afligidos, los encarcelados, los inmigrantes, los olvidados, y los abandonados. Llegan a personas a las que de otro modo no se les llegaría las buenas nuevas de Jesucristo.
Los diáconos permanentes tienen el potencial de servir como constructores de puentes esenciales en la comunidad, construyendo puentes entre culturas, entre diferentes grupos en una parroquia y entre católicos y no católicos. Debido a su posición única como diáconos permanentes, también pueden ayudar a construir puentes entre el mundo secular y el mundo religioso, entre el mercado y el reino de Dios, entre las antiguas verdades de la fe católica y los desafíos contemporáneos de nuestra sociedad.
Como ministros del altar, los diáconos proclaman el Evangelio, preparan las ofrendas, y distribuyen el Cuerpo y la Sangre del Señor a los fieles en la Sagrada Comunión. Los diáconos comparten la responsabilidad de la evangelización y la catequesis. Presiden oraciones, administran el bautismo de niños, presencian matrimonios, llevan viático a los moribundos, y presiden algunos ritos funerarios sin la Misa. En una parroquia, el diácono es supervisado por el párroco local, y el párroco determina hasta qué punto un diácono predicará en la liturgia.
Los diáconos pueden dirigir los servicios de Comunión y las celebraciones dominicales en ausencia de un sacerdote. Pueden presidir quinceañeras. Bendicen casas, vehículos, y objetos religiosos. Ayudan a preparar a las parejas para el matrimonio. Algunos son consejeros de campo para el tribunal matrimonial ayudando a quienes buscan una declaración de nulidad. Entre otras cosas, a menudo participan en la preparación sacramental, RICA/OICA, ministerio de jóvenes y adultos jóvenes, formación de fe para adultos, ministerio para encarcelados, obras de caridad, ministerio provida, y visitas a los enfermos.
El ministerio diaconal en la iglesia generalmente se entiende como un servicio voluntario a tiempo parcial y, por lo general, implica entre diez y quince horas por semana. Los diáconos permanentes suelen tener un trabajo regular de tiempo completo en el mundo secular. Deben tener un empleo remunerado en su propia profesión para poder atender sus propias necesidades financieras. En algunos casos raros, los diáconos pueden tener un empleo de tiempo completo en una parroquia o diócesis.
Se asigna un diácono al ministerio y parroquia donde la necesidad es más crítica. Mientras la mayoría de los diáconos sirven a nivel parroquial, hay algunos que también funcionan en otros ministerios fuera de la parroquia según lo designado por el obispo. La asignación de un diácono puede cambiarse en cualquier momento de acuerdo con las necesidades cambiantes de la iglesia. No siempre será asignado a su parroquia de origen.
Un hombre se convierte en diácono no por deseo personal, ambición o interés propio, sino más bien por el bien común de la iglesia según lo determine el obispo. Cuando un hombre entra en el proceso de formación diaconal, no es seguro que llegue a ser diácono. El proceso de discernimiento en el programa de formación es un camino de doble sentido; es decir, el candidato mismo debe discernir el llamado de Dios, y la iglesia también debe discernir si este hombre está llamado al ministerio ordenado o al apostolado laico. Este proceso de discernimiento se lleva a cabo a través de la reflexión, la oración, la evaluación, y el diálogo.
Si conoce a alguien que crea que podría ser un buen diácono, dígale y hágale saber que pronto formaremos una nueva clase en nuestra diócesis. Por favor ore por aquellos que están considerando este llamado.
Aquellos que estén interesados en ser considerados para unirse a esta próxima clase deben hablar primero con su párroco lo más antes posible. Para poder unirse a la clase de formación, necesitan el respaldo de su párroco local.
En otro artículo de esta edición del Ángelus del Oeste de Texas, el diácono Freddy Medina explica nuestro proceso de formación y los requisitos básicos (véase Página 6). Cualquiera que desee obtener más información sobre el ministerio de diáconos permanentes o la próxima clase de formación debe comunicarse con el Diácono Freddy Medina, Director de la Oficina del Ministerio Diaconal, al 325-651-7500 o a [email protected].